San Pedro de Macorís, se identifica con sus Guloyas y con sus Pasteles Amable, los que se han hecho una tradición durante muchos años. En sus diferentes presentaciones, los pasteles en hojas se conocen por toda América y se dice que son oriundos de los países tropicales.
En el carnaval macorisano el rasgo más característico es la presencia de los Guloyas, que son diablos vestidos con trajes de llamativos colores, adornados con espejos pequeños y capa amarilla y roja.
En la cabeza, se colocan un impresionante penacho, adornado con piedras coloreadas, que termina en plumas multicolores de pavos reales ("pajuiles").
Con su corona de sueños que lo transporta a las esencias de sus orígenes, su capa llena de lentejuelas y espejitos, reflejan sus raíces ancestrales.
Sus presentaciones van acompañadas de música, con ritmos e instrumentos propios como redoblantes, tambor ("drum"), tambora, cencerro, flauta y triángulo.
La mayoría de estas representaciones se realizan para la época navideña pero, con el tiempo, se han trasladado para las celebraciones carnavalescas, por su colorido.
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